Muchos años atrás y casi por casualidad (al menos en mi caso) un grupo de personas jóvenes (que hoy está casi en su totalidad en los Estados Unidos) se encontró estudiando en la Facultad de Economía de la Universidad de la Habana, esquina de 21 y L, Vedado y disfrutando de la interminable provisión de jevitas ricas con que contaba (y cuenta) la Facultad Obrero Campesina del piso 8 (y lamentando la evidente escasez de que sufre de manera congénita y sin esperanza la Facultad de Contabilidad y Finanzas).
En la citada facultad se enseñaban y aun se enseñan, casi todas las herramientas necesarias para ejercer la profesión. Cuando usted entraba en primer año lo primero que hacía era tropezarse con el Análisis Matemático (popularmente conocido en la CUJAE como Calculo I) y si tenía suerte NO recibía clases del Profesor Chapotín (famoso por no saber resolver sus propios ejercicios de tarea) y empezaba a entender que si bien los idiotas ALLÁ AFUERA podían creer que esta era una carrera de “muela”, todos los signos decían que en realidad era de “números”. Casi al mismo tiempo se tropezaba uno con el Algebra Lineal y luego era simplemente el sonreír con aire de superioridad cuando uno se cruzaba con alumnos de Derecho.
La única asignatura esencial para la profesión que no se impartía en la Facultad era, por supuesto; Teoría Económica. Claro está, se daba una cantidad considerable de Historia Económica, disfrazada de teoría y uno recibía un semestre entero de Das Kapital, lo que no está mal para el que le gusten las cuestiones históricas), pero que data de 1850 (al menos, hay partes más viejas) y que para cuestiones prácticas de política económica es totalmente inservible. Como se las habían arreglado los comunistas hasta esa fecha (1990) para tener una facultad de economía donde no se enseñaba economía, es algo que siempre me ha llamado la atención como un ejemplo de las maravillas a que puede llegar el Realismo Mágico en estos países nuestros (donde a la Inflación se la conoce como “exceso de circulante” y donde es costumbre convertir los fracasos mas estrepitosos en “victorias morales estrategicas”, que aparentemente son servidas por la noche en la comida).
Sin embargo allí estábamos nosotros, aprendiendo Teoría Económica con una actualidad de 150 años atrás y de lo más felices. Debo decir en nuestra defensa que dominar 4 semestres de Calculo y 3 de Estadística puede ser agotador y uno no tiene mucho tiempo para pensar en otras cosas.
Por supuesto que nos habían insinuado los principios de manejo macroeconómico de Keynes en la segunda parte de Historia de las Doctrinas (una revisión crítica de la teoría económica), pero que tenía como inconveniente que el retrasado mental que la impartía (el querido Félix el Flecha había caído enfermo una vez mas) nos había aclarado el primer día que lo que íbamos a ver en su clase; “no era real, porque es algo que está en la cabeza de la gente”, queriendo decir, evidentemente que al menos en su caso no debíamos esperar que lo que hubiese dentro de su cabecita, tuviera nada que ver con la realidad. He ahí un caso científicamente documentado de un tipo que se niega a ser el Sujeto de Estudio y que insiste en que es el Objeto, simplemente porque no se le ocurre que pueda entender lo que está pasando.
Y entonces llegó Samuelson. Bueno de hecho, Samuelson no se movió de los Estados Unidos. En realidad quien llegó en tercer año de la carrera, blandiendo un libro (el cual nos explico que había sido una batalla de años poder publicar lo que se consideraba un milagro) como un Misionero Jesuita entre indios del Amazonas; fue nada menos que el Profesor Miranda. Miranda había bajado más de cuarenta libras y no tenia gasolina para el Moskvitch debido a la crisis (el dinero de España se había acabado), por lo que su curso de Macro y Micro, tenía algo de vengativo y casi mesiánico. Imagino que debido al hambre, pues no hay nada que haga a una persona parecerse más a un talibán que la ausencia del almuerzo (o su sustitución por un almuerzo indigno al estilo del comedor de L y 21, que produce lo que Ciokler llama “rencor estomacal”, esa sensación de descontento general entre los habitantes del estomago luego de ingerir: 1 fishstick, 1 cucharada de arroz color churre, 1 boniato hervido y 3 rodajas de tomate verde).
Esta combinación le daba a Miranda una expresión febril de hombre con una causa que hacía que su prédica fuera más cercana (alrededor de las 10 o 10 y media, de cualquier mañana del 1993 y luego de venir en bicicleta desde Miramar la expresión general de la clase era igual de febril y podríamos decir que famélica) a nosotros sus alumnos (aquellos cuyos padres no tenían dinero o que no jineteaban). Mientras Miranda nos contaba por primera vez que la Demanda tenía una pendiente negativa y que existe un Desempleo de Equilibrio; el libro que teníamos abierto frente a nosotros como el Corán (Al Quram) en una madraza paquistaní, era la Economía de Paul Samuelson.
Como es natural, no una versión oficial sancionada del libro; sino una copia pirata editada por el MES y que debido a la mala calidad de la edición se había tenido que publicar en 4 tomos para evitar su desintegración fulminante. Pero a pesar de la letra numero 8 (típica de las copias piratas), los indistinguibles gráficos y los ocasionales errores de impresión; todos sabíamos por instinto que ese libro era importante. Simplemente, lo que decía tenía sentido, por no hablar del hecho de que los economistas en los países más avanzados habían aprendido por allí y alguna relación debía haber entre la política económica de los gobiernos y la cantidad de comida en la mesa, si bien no fuera apreciable en el gobierno de cuba.
Esta semana murió a los 94 años de edad Paul Samuelson. No solo tuvo la satisfacción de ver finalmente ganada a su favor su vieja polémica con su amigo Milton Freedman sobre si se debe intervenir en tiempos de recesión o no. Pudo reírse a sus anchas viendo a su antiguo competidor Alan Greenspan humillarse reconociendo que estaba equivocado en pleno congreso de los Estados Unidos y a jóvenes orgullosos como Bernanke teniendo que mantener la boca cerrada ante el fracaso descomunal de las políticas conservadoras de desregulación. Por no hablar del Nobel, la Medalla Nacional de la Ciencia y todo lo demas,más importante que todo eso, es que el principal texto de economía en cualquier universidad del mundo es el Economics de Samuelson (incluyendo la de la Habana y por mucho que los antikeynesianos de la derecha republicana y de la derecha comunista no les guste). Como es natural; el texto que le enseño en estos días a mis alumnos de Macro y Micro es un refrito de la materia muy en el estilo de Samuelson y en la misma línea Keynesiana, aquí mismo en los bastiones republicanos de Hialeah y la Sahuesera, pero al igual que Fidel y comparsa, no lo entienden así que no les molesta. En estos días me siento un poco como el viejo Miranda.
O como diría el Profesor Samuelson: “No me importa quién es el que redacta las leyes de un país o elabora sus tesis más avanzadas, siempre que sea YO, quien escribe sus libros de texto de Economía”.
PD: Que fue de nuestras copias piratas del Economics? Pues nos las robamos en masa de la facultad y fueron vendidas casi en su totalidad al año siguiente junto con el libro de texto de Marketing (una Introducción al Marketing magnifica, también pirateada por el MES) a los alumnos canadienses del curso de Verano de McGills University con quienes compartimos un programa de intercambio, por lo que tuvieron su realización natural en lo que el Profesor Samuelson llamaría la utilización extra del Beneficio Marginal producido por su libro. Por lo cual le estoy doblemente agradecido. Las cervezas producto de la venta ya fueron tomadas en su honor.
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