El Hombre del Año

La revista Time acaba de nombrar a Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos; Persona del Año. Los argumentos a favor de la decisión parecen rondar alrededor de cierta fascinación que los editores de Times parecen tener por tipos estudiosos, (lo que los americanos llaman un “geek”, algo así como “Abelardito”) y bien parecidos. No es de extrañar que la persona del año sea el tipo a quien Letterman le tiene un video de un grupo de colegialas gritando “ a lo estrella de Rock” cada vez que lo mencionan en su programa.
Pero aparte de su aspecto geek y de lo bien cortada que lleva la barba, la razón principal es (y cito en traducción mía) “su papel como el jugador más importante del mundo, dirigiendo la economía más importante”, pues su “liderazgo creativo” ha ayudado a salir al mundo de la “catastrófica recesión en que se encontraba”. Aunque sus “agresivas y poco ortodoxas decisiones” lo han hecho impopular en todos lados, el se mantiene tranquilo y técnico, intentando desviar la tormenta. Lo cual es la verdad, con un par de matices. El mundo tiene que estar realmente al revés. Primero Eminem, un rapero blanco; luego un presidente negro y ahora un economista es el tipo mas importante del mundo. Por este camino Madonna va a ser la próxima Secretaria de Estado.
Es cierto que no se le puede echar a Bernanke la culpa del colapso financiero. Al menos no completamente. La política fiscal es responsabilidad del gobierno, y aunque la FED maneja casi toda la parte monetaria, a menos que el gobierno tenga una política fiscal e industrial sensata, FED se ve limitada a mover la tasa de interés de forma que se corrija cualquier desbalance. Si la política fiscal de país consiste en invadir a otros para robarles el petróleo y poco más que eso, no se puede esperar que la FED haga milagros. Sin embargo tampoco Bernanke y compañía son enteramente inocentes en todo esto.
Lo cierto es que Bernanke, junto con su mentor Allan Greenspan (mentor hasta cierto punto, pues realmente Greenspan esta mucho mas a la derecha, teóricamente hablando) fueron los artífices de la desregulación del mercado financiero que condujo a la recesión y Ben fue particularmente, la mano maestra que logro convertir la burbuja financiera creada por las dot com, en una nueva burbuja financiera alimentada de crédito predatorio e hipotecas impagables. Cierto que aun hombres muy inteligentes como Bernanke no pueden contrarrestar la influencia destructiva de personajes como George W o Dick Cheney, pero un experto en la Gran Depresión de 1930 que no se entere que el país está en recesión hasta un año después que esta empiece es un poco vergonzante para la profesión.
De cualquier modo, es un alivio ver que los colegas reciben reconocimiento. Hace poco me envió el colega Alex Roman un artículo escrito por algún competidor de Samuelson (fechado en los 70, la época en que el viejo recibió su Nobel de Economía), hablando una sorprendente cantidad de boberías sobre la utilidad de la política económica derivada de las conclusiones de J.M. Keynes sobre las causas de las recesiones y depresiones. El argumento, entonces como ahora, tenía que ver sobre si la economía de síntesis neoclásica (como se le llama ahora al Keynesianismo que suele practicar tanto la FED como el gobierno de Estados Unidos) tenía alguna utilidad práctica y si esa debía ser la fuente de política fiscal.
Afortunadamente esa opinión que se vendió durante un siglo como ciencia, ha quedado reservada en los últimos años a la mesa editorial de The Wall Street Journal y a ciertas comunicaciones internas del Buro Político del PCC luego del retiro de Fidel Castro; (para quien la sola mención de la palabra economía equivalía a un grave insulto personal) y que se refieren a “profundizar la obra de la revolución” y cosas por el estilo. Es un alivio para todos nosotros que el mundo académico considera hoy en día a Robert Mundell como el idiota reaccionario que es.

Así, pues, felicidades al colega Ben Shalom Bernanke; Persona del Año. Que su barba siga siendo espesa y siga defendiendo el nombre de los economistas calvos en un mundo de políticos con pelo sembrado e ignorancia profunda.